! Y EL FOBAPROA APA"

Por Antonio Payán Gómez

Sin tener eco en el interior del país, el hecho de que el gigante automotriz General Motors Company (GMC) le haya pagado la deuda al gobierno norteamericano viene a significar un rebote histórico y trascendente para las empresas mexicanas y el llamado “fraude del siglo”, como lo fue el Fobaproa, la misma herramienta que salvó en su momento de la quiebra al mismo Carlos Slim cuando estaba hundido con Sanborn´s y otras empresas, y que a la postre no sólo libró el cataclismo, sino que se convirtió en el hombre más rico del planeta.

La lección de GMC en los Estados Unidos, y anteriormente la de Ford, está para que el caso del Fobaproa en México se reabra, pues significó una gran burla y un robo multimillonario de cuello alto en un país que ahora se desmorona en la desigualdad y en la crisis económica, pero cuya falta de conciencia y memoria histórica son las apuestas para que el caso se vaya, como todo, al desván de los olvidos.

Hacer esta reflexión también nos lleva a conocer las aberraciones que en su momento se dieron, cuando se especuló que tanto Carlos Salinas de Gortari como principalmente Ernesto Zedillo, “asesoraban” al gobierno norteamericano de George Bush y después, con la bomba estallada, al de Barack Obama, para crear el “Fobaproa USA”.

Porque el símil era muy notable con el caso mexicano: Bush entrega la administración a Obama, y a éste le explota en seguida la crisis por la vía inmobiliaria y hace colapsar al mundo entero. Aquí, Salinas entregó el poder, y a tres meses se presentan los famosos “errores de diciembre” del 94, que ponen a Zedillo de rodillas ante la avalancha económica que se le viene encima.

Pero Zedillo creó el Fobaproa, para salvar a bancos y a empresas, y también creó las Afores, para meter las manos a los bolsillos de los trabajadores y darle el dinero a los bancos, pero además obligando a los asalariados a pagar comisiones a las instituciones financieras.

Que se sepa, el Fobaproa no sólo entregó billones a empresarios como Slim y a toda la camada de nuevos millonarios que creó Salinas de Gortari, desplazando a banqueros de toda la vida y a empresarios de tradición, sino que también les entrega de paso el dinero de los trabajadores del país para que lo administren y lo jineteen como les plazca.

Hasta la fecha, el Fobaproa no sólo no se ha pagado por parte de los empresarios “salvados”, sino que el problema de la exención de impuestos y evasión es tan grave que ni con las mismas empresas, ahora quebradas, pagan los que fueron salvados.

Es decir, en este paraíso del abuso, del desvío y del cinismo, el caso de la GMC en Estados Unidos debe llamar la atención hacia el efecto mexicano y reabrir lo que el Fobaproa prácticamente esquilmó a los mexicanos, para dárselos a unas cuantas manos, las que ahora ostentan riquezas insultantes y riesgosas para la misma estabilidad de un país con galopante pobreza extrema.

Aquí queda el análisis y la reflexión de cómo un país que se desmoronó en un principio con empresas emblemáticas y poderosas como General Motors, es salvada por el gobierno de Obama y en poco tiempo, con reconversiones tecnológicas y sobre todo respeto al compromiso, la deuda se paga.

Ahí está la gran y profunda diferencia, que obliga a diputados, senadores, a los gobiernos estatales y principalmente al federal, a reabrir el caso, el mismo que la izquierda en su momento denunció pero que las fuerzas políticas, tanto tricolores como albiazules, acallaron ante el temor de los amos de los capitales de tener que regresar todo lo que se llevaron… con la venia del Gobierno.

Aunque sea utópico o incluso una quimera, el ejemplo norteamericano le pone a México y a quienes se llevaron ese capital mexicano una prueba histórica de la más alta trascendencia.