
Si como opositor el PAN fue exitoso, en el poder no ha podido mostrar mayores cualidades y sí muchos defectos.
En el viejo sistema, por regla general, los últimos tres años eran el momento de mayor peso y popularidad del presidente en turno. Pontificaba, daba órdenes, disponía la sucesión. Las cosas sufrieron modificaciones y está visto que a Felipe Calderón le cuesta un enorme esfuerzo gobernar, mantener sus niveles de popularidad y evitar más confrontaciones con partidos rivales como el PRI o falsos amigos como el PRD. Los medios siguen en permanente crítica contra su trabajo, hace poco leí declaraciones de una panista en tal sentido: No hemos sabido tratar con la prensa, tampoco informar. Podría decirse que si como opositor el PAN fue exitoso, todo rechazaba, en el poder no ha podido mostrar mayores cualidades y sí muchos defectos.
Veamos. Según datos recientes de Transparencia Mexicana, México es cada vez más corrupto cuando desde su fundación, el panismo criticó tal vicio, adjudicado exclusivamente al PRI. Ahora queda claro que es un fenómeno más profundo, pues tampoco el PAN se salva y el PRD lo practica con singular deleite. Sólo en mordidas, el país gasta 32 mil millones de pesos anuales. No hay estado ajeno al fenómeno, pero el DF ha aumentado las cifras de modo evidente: en 2007 registró 12.7% y el año pasado llegó al 17.9 por ciento. Tampoco tenemos mucho qué presumir en política internacional, al contrario, y lo mismo ocurre con la miseria y el desempleo, para colmo la celebérrima guerra contra la inseguridad y el narcotráfico le ha dado más fracasos que éxitos a Calderón. El asunto es más claro si lo vemos a la luz de su más reciente discurso en EU. Los comentarios han ido de la severidad a la ironía. El presidente de México no puede perorar así de elemental y confuso. Entre nosotros despertó polémicas, la mayoría de los partidos fueron duros en sus juicios. Lo vieron de distintas formas y todas negativas: como privatizador a ultranza, alguien que no halla la forma de actuar ante EU, que no tiene las riendas del poder en su país; es decir, débil en exceso. Las críticas proliferaron. Del PRD, su ex aliado, surgieron por docenas; sólo la inefable Dolores Padierna dijo del discurso: “Es una desvergüenza y una terquedad. Es una privatización.” Otros oyeron en sus palabras una defensa del duopolio televisivo y contra Slim ante la cercanía electoral. PRD y PT señalaron: Son “Imprudentes y belicosas las declaraciones”. El PRI: “No actuar al vapor con Pemex”. Dicho en otros términos: agitó las aguas sin necesidad.
¿Qué le sucede a Calderón? ¿Está aterrado por la posibilidad de que el PRI regrese a Los Pinos? Es comprensible, pero su deber es gobernar para todos y de modo sensato. No puede manejar al partido, la sucesión y al mismo tiempo presidir un país convulso y cada día más respondón. Carece de un buen gabinete y los panistas de más experiencia son alejados del camino, para concentrarse en una sucesión repleta de jamelgos.
Le queda poco tiempo a Calderón, si quiere pasar a la historia como un aceptable mandatario, tendría que concentrar su esfuerzo en la solución de los problemas inmediatos, dejar de lado sus fantasmas (“No seré el Zedillo del PAN”) y enfrentar al PRI con promesas cumplidas, acciones eficaces, no con alianzas efímeras que le conceden triunfos pírricos.
El lenguaje coloquial y los chistes baratos, eran parte del encanto de Fox, pero no de alguien que sí está políticamente preparado: Calderón. Ni con EU quedó bien: habló, bromeando, del peligro de aceptar el uso de la mariguana con fines medicinales, cuando hay estudios serios que lo avalan. Pudo ahorrarse el viaje o ir, dar las gracias y formular las críticas necesarias a la política norteamericana sobre México, pero jamás debió seguirse de largo abriendo desde allá un absurdo debate nacional, contribuyendo al caos reinante. Regresa y ordena a sus colaboradores que den un mensaje de esperanza.
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